NO JUGO EN EL VALENCIA CF. PERO SEMERECE ENTRAR EN NUESTRAS PAGINAS DE GLORIAS DEL VALENCIA CF. POR SER VALENCIANO Y GRAN PORTERO.
Morirse nunca ha sido buen negocio. Morirse lejos de casa y sin que casi se enteren los vecinos, los viejos conocidos y algunas personas que te han admirado es mucho peor. Es el caso de José Casas Gris «Pepín», portero internacional recientemente fallecido en el Hospital doctor Juan Negrín de Las Palmas. En Valencia, donde nació en 1931, era casi desconocido. Al menos, un tanto olvidado..
Pepín es el último guardameta internacional pequeñito. Su gran agilidad, su valentía, su intuición para colocarse en el sitio adecuado y su facilidad para el blocaje, le permitió jugar en Primera División. Lo hizo en Las Palmas de 1951 a 1956 en la primera época y de 1965 a 1966 en la segunda (258 partidos en total). De 1960 a 1965 perteneció al Betis. Su internacionalidad fue casi circunstancial.
La selección española iba a jugar contra Irlanda del Norte en Belfast, octubre de 1963, y el titular era el madridista Josechu Araquistaín. El seleccionador era José Villalonga, quien fue campeón de la Copa de Europa con el Madrid y, sin embargo, salió del club con disgustos mutuos y se dijo que no se le facilitaría su labor. Siempre se sospechó que la indisposición de Araquistain en la víspera del partido no fue tal. Se comentó que había recibido la visita de Raimundo Saporta, vicepresidente madridista. Pepín jugó aquel partido con victoria 0-1 y fue el héroe del encuentro. Fue la gran figura de Belfast. Las fotografías de sus paradas, rebozado en barro, le granjearon la simpatía nacional. Disputó el encuentro siguiente, el 1 de diciembre del mismo año en Mestalla, se perdió 1-2 con Bélgica y a partir de entonces se hizo con la titularidad José Ángel Iribar. La selección ganó con Villalonga la Eurocopa del 64 frente a la Unión Soviética de Yashin.
Pepín fue producto del futbol de aficionados de Valencia en los años de la posguerra. Se jugaba en los campos ocasionales del cauce del Turia, en el campo del Sagunto, en el barrio del mismo nombre, y en otros espacios todos ellos, naturalmente, de tierra. El Campo del Olimpo, junto a la pasarela de la estación del Norte tenía partidos domingueros de la mañana a la noche. Únicamente se impedía el fútbol en Navidad porque allí se instalaba el Circo Americano. El de los Hermanos Díaz tenía como sede la plaza de toros.
El Aston Villa y la Peña Asensi fueron los dos mejores equipos de la época y de ellos surgió Pepín. En el restaurante El Ventorro, propiedad de Romero, guardameta que fue del Sabadell, aún se reúnen los supervivientes de aquella época en la que también jugaba el escultor Nassio Bayarri.
Valencia tenía una categoría llamada de Adheridos que potenciaba la auténtica cantera. No faltaba ni siquiera el torneo Bancario. Había ya clubes casi históricos como el Cuenca. El Campo del Camino Hondo había sido recuperado para que jugara el Portuarios, filial levantinista y los jóvenes aficionados que disputaban los campeonatos locales aspiraban a ser llamados para el Mestalla.
Pepín fue guardameta de una época en la que algunos de los mejores especialistas tuvieron que emigrar. Mut se fue al Sevilla, Ortiz al Córdoba, Higinio pasó por el Zaragoza y el mejor de aquellos años, Pepe Pesudo, pasó del Valencia al Barça, regresó y también acabó circunstancialmente en el Betis. Pepín jugó en el Alicante antes de emprender altos vuelos.
Con la celebración del centenario de la Federación Española de fútbol, que Ángel María Villar quiso celebrar en 2009, a pesar de que el año real sería en 2013, como lucían las camisetas de la selección nacional hasta la Eurocopa, Pepín, como internacional, fue invitado al festejo y aunque llegó de Las Palmas, inmediatamente buscó a los valencianos y a ellos se unió en los corrillos.
Con él pude conversar unos minutos y recordar aquél fútbol valenciano que era la más a mano de las distracciones. No había vallas y las emociones eran grandes cuando uno se apuntaba a uno de los equipos. Aston Villa y Peña Asensi hacían bolos por pueblos de las tres provincias. Gozaban de cierto prestigio. No hay que olvidar que por entonces el Villarreal, por ejemplo, militaba en Segunda Regional. Los equipos de la capital eran casi acontecimientos para partidos amistosos y Pepín era ya figura.
José Casas 'Pepín' (1931-2010): "El fútbol me lo dio todo"
Sus magníficas intervenciones en el partido de vuelta contra Irlanda del Norte que abrieron el camino para la Eurocopa ‘64 le otorgaron el apodo “El héroe de Belfast”. El ex guardameta internacional recientemente fallecido José Casas “Pepín” (Valencia, 1931) concedió a Radio Federación una de sus últimas entrevistas.
¿Qué pasó en el año 1963 en el estadio Windsor Park de Belfast?
En realidad , yo no iba a jugar aquel partido, iba a salir Araquistaín. Se lesionó, o se resintió de alguna antigua lesión, y el seleccionador, Pepe Villalonga, como no había tiempo para llamar a un tercer portero, me dijo que tendría que jugar yo. Tuve la suerte de que me salió un partido muy bueno y conseguimos ganar 1-0. Como los partidos eran de eliminatoria, había que ir a ganar. Se jugó la fase final y también se ganaron los partidos.
A este partido se debe el apodo del “Héroe de Belfast”. Usted lo paró todo en aquel choque, tuvo unas brillantes intervenciones.
Yo soy un hombre muy chico para la portería, mido 1,68 m. Además, fui al equipo nacional con 34 años. Era mi última fase como jugador. Después de ese partido, me dieron la medalla de plata al mérito deportivo.
¿Qué significó para usted esa medalla?
Ha significado mucho porque el fútbol ha sido todo para mí. Gracias al fútbol, he sido alguien. Yo me crié en el fútbol, me casé con una chica canaria y tuve mis hijos en Canarias. El fútbol ha sido mi vida.
Fue internacional absoluto en dos ocasiones. ¿Cuál fue el otro partido que jugó con la selección nacional?
Un partido amistoso contra Bélgica en Valencia, que perdimos 1-2.
Más tarde, Iribar se consolidó como portero titular de la Selección.
Para mí, fue uno de los mejores porteros que he conocido. Cuando vi que lo llamaron y entrenó con nosotros, pensé: “a este muchacho hay que darle de comer aparte”.
¿El mejor portero de la historia del fútbol español?
Desde pequeño, admiraba mucho a Iñaki Eizaguirre, porque era muy elegante y muy vistoso. Estaba también el joven Acuña, del Deportivo de la Coruña.
¿Qué cualidades necesita un portero completo?
A mí siempre me gustó jugar de delantero pero como yo nunca tenía pelota propia, de niño me decían que si quería jugar lo hiciera de portero. Es más, los entrenadores me consentían a veces jugar por delante en los partidos de los jueves. Tenía muy buen sentido de la anticipación, me imaginaba lo que harían los delanteros prontamente. Como era pequeño, no podía consentir que me remataran cerca de la portería, entonces me anticipaba a los centros y salía muy bien, anticipándome a gente de 1,80-90m, como Zarra, Venancio…
¿Quién ha sido el delantero que más ha temido?
Martínez, un delantero centro que tenía el Barcelona. Era un hombre que conocía mis cualidades, se despreocupaba del centro para ir a que yo no cogiera la pelota. Hoy veo a poca gente que intenta quedarse con la pelota, no sé si la pelota es muy ligera.
¿Y utilizaban guantes?
En mi época no jugábamos con guantes, generalmente. Cuando íbamos a Bilbao, San Sebastián, Santander, A Coruña… donde llueve a menudo, yo me ponía unos guantes de lana, muy pegados a la mano. No las manoplas que se llevan a hora, no entiendo cómo pueden quedarse con la pelota. Encuentro que el tacto con la pelota es más normal con la piel.
¿Cómo ha cambiado la colocación o el juego del guardameta en los últimos 50 años?
No debe cambiar. El portero es un hombre que debe de saber estar bien colocado, y debe saber mandar con razón. Hay una especie de entendimiento entre los compañeros, para mí esa es la razón para que un portero se mantenga mucho tiempo en la portería.
Tiene que haber comunicación…
Exactamente, el portero tiene que hablar mucho porque generalmente los defensas van detrás de la pelota con la vista y hay que avisarles de cosas.
Debuta en Primera División con la UD Las Palmas, en un partido contra el Celta, en 1952.
Yo jugaba en el Alicante. Tenía de entrenador a Bañón, que había sido portero del Real Madrid. En aquella época, la UD Las Palmas tenía muy buen entendimiento con el Real Madrid y el entrenador, Luis Valle, fue a Madrid a buscar un portero. Le dijeron de un muy buen portero de Alicante. Salí a las siete de la mañana desde Alicante y llegué a las cinco de la tarde a Las Palmas. Firmé, y sin conocer el campo ni los compañeros, al día siguiente me pusieron a jugar, sin aclimatación. Además, no hice más que salir y a los siete minutos, un delantero del Celta llamado Hermida me marcó un gol. Yo no conocía a ningún compañero pero se consiguió remontar el partido. Ya me quedé como titular durante ocho años.
¿Qué es lo mejor que ha vivido en Las Palmas durante las ocho temporadas?
Tengo que considerar que ante todo creé una familia. Me hice como persona y tengo grandes amistades y les tengo que agradecer todo lo que me ha pasado en el fútbol.
¿Qué compañeros recuerda?
Ricardo, el recuerdo tan reciente de Luis Molowny, que era, ante todo, una gran persona. Yo jugué ante él, con él, fui su discípulo y en todas las facetas sabía entender a la gente que llevaba consigo, no te podías enfadar con él.
Más tarde fue traspasado al Betis. En Sevilla era conocido como “El cancerbero canario”.
En Sevilla viví muy bien, he sido muy querido, allí conseguí ser internacional, tengo una hija que se llama Macarena y mi señora se integró muy fácilmente. Lo pasamos muy bien.
Coincidió con compañeros como Isidro, Ansola, Martínez, Luis Aragonés… ¿Cómo era el ex seleccionador nacional?
Luis tiene siete años menos que yo. Era muy simpático y muy agradable, una excelente persona. Era un jugador muy listo, muy espabilado. Sabía cómo entenderse con los compañeros, se entendía muy bien con Ansola. Al poco tiempo lo traspasaron al Atlético de Madrid y fíjese la carrera que ha hecho.
¿Qué hacía en el día a día en Sevilla?
Generalmente, entrenábamos sobre las once de la mañana, durante dos horas. Vivía muy cerca del campo, como Eusebio Ríos. Por las tardes salía con mi mujer al cine, a dar un paseo… Vivía mucho el fútbol.
¿Cómo era el ambiente en el vestuario?
Cuando llegué al Betis, yo ya era un veterano y había mucha gente joven en el equipo. Nos llevábamos muy bien y, además, el Betis es un equipo muy simpático, agradable, muy chistoso. Al principio, no entendía la enemistad existente entre el Sevilla y el Betis pero poco a poco me fui dando cuenta de la situación.