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lunes, 21 de febrero de 2011

DON VICENTE PIQUER.

-¿Los amigos aún le llaman 'el Roget'?
-Algunos. Pero ahora (dice riendo), con la edad que tengo y el pelo blanco, me llamarían 'el Blanquet' .

-¿Usted ha subido a la Solana?
-¡Hombre!, claro. Es la montaña que está enfrente de mi pueblo y de chaval la subía y bajaba muchas veces. Me sirvió para hacer piernas.

-¿Ahora va con frecuencia a Algar del Palancia?
-Todos los fines de semana. Tengo casa allí.

-Imagino que en su casa guisan con aceite de la sierra de Espadán.
-¡Naturalmente! Aceite de olivas serranas, que es el mejor que hay en España.

-¿Empezó a jugar en el equipo de su pueblo?
-Sí. Luego, a los doce o trece años me fui al Segarra. En un partido contra el Valencia juvenil me vieron Rino y Amadeo y me ficharon para el Mestalla, aunque primero jugué cedido en la Peña Puchades y el equipo de la calle Sagunto.

-En el Valencia estuvo nueve años.
-Nueve años y medio.

-Y ganó los dos primeros trofeos europeos del club: la Copa de Ferias.
-Y pudimos ganar la tercera, pero... Se ve que como si ganábamos se quedaba en propiedad... El árbitro estuvo muy mal, a punto de acabar se colocó junto al túnel, pitó el final y se fue corriendo. Increíble.

-Ahora también hay árbitros que...
-Mentiras en el fútbol siempre ha habido y habrá. La prueba la tienes ahora, que pese a haber dos más detrás de las porterías, no se aclaran. Es como si hubiera unas sillas.

-Blatter dijo que España y Qatar manejaron votos para llevarse la organización de los mundiales.
-¡Se hace cada comentario!

-¿El fútbol necesita una buena limpieza?
-(Se ríe) No lo sé, pero eso se lo debía de haber tragado.

-En el caso de que la denuncia fuera cierta, supondría que los organizadores son malos hasta para ganar con trampas, ¿no?
-¡Es que el fútbol es muy raro! (dice para eludir pronunciarse)

-¿Cómo era Piquer, el defensa?
-Me entregaba en cada partido.

-¿Aburría a los Gento, Collar, Lapetra...?
-Sí, pero también fui ofensivo, porque empecé en el medio campo.

-¿Duro?
-Sí. Ahora los laterales corren mucho, pero no bajan. Tanto Balmanya como Scopellicoincidían. Siempre me decían: «Vicente, puedes subir a la velocidad que quieras. Pero a defender has de bajar a doble velocidad de la que subes. No puedes bajar mirando el partido».

-¿Es un mensaje para alguien?
-Bueno... Que cada uno lo tome como quiera. Pero los defensas no deben dejar pensar al contrario. El rival siempre ha de notar su aliento en la oreja. Un defensa nunca debe permitir que el delantero se gire y encare.

-¿Acude asiduamente a Mestalla?
-No. Sigo la actualidad muy de cerca, pero no voy al campo porque me pongo demasiado nervioso.

-¿Es como lo de jugar o estar en el banquillo?
-Sí, claro. Jugando nunca he sufrido, pero en el banquillo o en la grada... ¡sientes impotencia!

-¿Cómo es ahora Vicente Piquer?
-No he cambiado. De joven era más impulsivo y ahora tengo más cabeza. Siempre he sido de los que llaman al pan, pan, y al vino, vino, pero a veces pienso, '¿por qué he de decir cosas que van a sentar mal a los demás?', y prefiero callar. Soy más diplomático.

-¿Cómo ve el panorama deportivo español?
-Con mucha exigencia. El haber ganado el Mundial nos obliga a más. Somos los campeones.

-¿Y el panorama social?
-Ese es el que nos debe preocupar a todos. A lo mejor alguien dice, '¿y este quién es para opinar?' Pero hay muchas cosas que no me gustan.

-¿Qué le sorprende?
-Que acabemos siendo una fábrica que alimente Europa. Los jóvenes españoles acabarán yéndose porque aquí no encuentran salida.

-¿Hay mucho que cambiar?
-Sí, pero el Gobierno fue elegido por votación. Todos son iguales, pero hay que saber administrar y estamos viendo que la nación no está bien administrada. Oyes al presidente que un día dice una cosa, al otro rectifica y al otro cambia. Veremos si los que vienen detrás lo hacen mejor, pero tendrán que espabilarse mucho.

-¿A usted le gusta cómo juega el Valencia?
-No, pero me gusta que gane aunque sea en el último minuto y de penalti injusto. Hay veces que el equipo debería ligar más juego, sí; pero en otras no se puede hacer porque el contrario también juega y te lo pone muy difícil.

-¿Entonces son injustas las críticas que recibe el equipo?
-En bastantes ocasiones, sí. Se critica mucho y hay que ver dónde está el equipo. Hoy en día hay tres ligas. La del Barça y Madrid; la del Valencia, Villarreal, Atlético, Sevilla. y la de los que luchan para no descender.

-¿Nadie puede dudar de que el título volverá a ser cosa de dos?
-Eso está claro, y desgraciadamente es muy malo para el fútbol.

-¿Usted prefiere la 'butifarra' o el 'cocidito'?
-(Se ríe) Hoy en día el Barça es el que hace mejor juego. El Madrid es más de individualidades.

-¿Guardiola antes que Mou?
-Guardiola tiene la cabeza muy bien amueblada. Mourinho es un chulito del fútbol, aunque me han contado que cuando empezó era muy humilde.

-Vamos con lo de aquí. ¿Cree que el club renovará Unai?
-Me parece que no.

-¿Quién ha sido el mejor entrenador del Valencia?
-Balmanya y Scopelli.

-¿Qué le dice el 24 de febrero de 1957?
-(Riendo) Me lo pones fácil porque es mi cumpleaños. Fue mi debut con el Valencia, en el campo de Les Corts, marcando a Kubala.

-Un gran jugador, ¿verdad?
-Sí, pero el que más me impresionó fue Pelé. Vino con 18 años, en un Naranja. ¡Nos hizo una jugada a Quincoces y a mí...! Recibió el balón a media altura, los dos salimos a por él, pero la picó por encima y le pegó sin dejarla caer. No fue gol, fue al larguero, ¡pero de chapeau!

sábado, 19 de febrero de 2011

ENTREVISTA Carlos Diarte

"Soy un guerrero, el Lobo nunca se rinde"
Carlos Diarte juega el partido más difícil de su vida contra un cáncer, pero a los 57 sigue siendo un ganador y en su cabeza sólo existe la victoria.
JULIÁN MONTORO 
Son ya tantos partidos y tantas batallas, ¿quién le iba a decir a Carlos Diarte que a los cincuenta y pico le quedaba por jugar el partido más duro de su vida?
—Pues así es, este es un partido supercomplicado, pero los partidos hay que jugarlos. Yo siempre he sido un ganador, estoy jugando y a cada minuto solo pienso en buscar el camino del triunfo.
—Fue hace menos de un año, recuerdo que ese día habíamos quedado para comer y venía de hacerse unas pruebas médicas a causa de unas molestias en la espalda. La cosa fue mal, ¿qué le descubrieron exactamente?
—Un oncocito carsinoma no muy frecuente, generalmente aparecen en la glándula parótida y son benignos, pero en mi caso salió maligno. Luego hizo metástasis y aparecieron dos tumores en la parte baja de la espalda que hemos tratado con cuatro sesiones de quimioterapia. En la última revisión los tumores se mostraban inactivos, espero que sea así por mucho tiempo, pero no hay que relajarse.
—¿Cómo fue ese momento en que fue consciente de la gravedad?
—A ser sincero, ha sido un golpe bastante duro para mi, porque de estar bien, de estar entrenando, jugando mis partidillos, de haber firmado con Guinea Ecuatorial como seleccionador, pues cuando más ilusión tenía dentro por este proyecto todo se complicó, apareció este rival inesperado y, bueno, ahora he tenido que dejar muchas cosas y dedicarme solamente a combatir con todas mis fuerzas para intentar volver a ser la persona que era antes.
—Bueno, pero salvar la vida es lo principal, todo lo demás ahora mismo no importa, ¿no?
—Era una cuestión de vida o muerte, en Guinea no tienen los medios que hay aquí para tratar estas enfermedades, así que no tenía elección. Pedí un permiso a la Federación para poder recuperarme en Valencia y, eso sí, me gustaría mostrar mi agradecimiento a las personas que me están tratando, en este caso la administración del hospital Peset, la doctora Maeztu y el doctor Guillén, que también me presta mucha ayuda, con ellos estoy más que contento y tranquilo.
—Pero hemos leído que Guinea tiene nuevo seleccionador, ¿cómo ha terminado su relación con ellos?
—De momento he hablado con el presidente y me ha dicho que solucionaremos todos los problemas. No he acudido a FIFA porque me han prometido que lo arreglaremos. Yo estoy muy agradecido a Guinea por la oportunidad que me dio y no tengo por qué denunciar, pero si el tiempo va pasando y no solucionan las cosas pues lamentablemente tendré que recurrir a FIFA porque en estos momentos el seleccionador de Guinea Ecuatorial soy yo.
—¿Y cómo es que han presentado a Henry Michel hace apenas unas semanas?
—Sí, y ha dirigido incluso algún partido, pero yo tengo un contrato firmado, no entiendo cómo la FIFA ha dado luz verde.
—¿Se puede decir que le han apoyado los dirigentes de Guinea en un momento tan delicado?
—Yo he tenido siempre el apoyo sobre todo del presidente de la Federación, el señor Bonifacio Manga, claro que también hemos tenido buenos resultados. Estuvimos en el torneo CEMAC y fue la primera vez que Guinea jugó la final. Vamos a ver cómo caminan a partir de ahora. Después cuando surgió lo de la enfermedad, la Federación me apoyó, la FIFA también al tratarse de razones de salud. Sí que me dolió bastante no recibir un mínimo aliento de parte del Ministerio de Deportes, que me preguntaran al menos cómo estoy.
—¿Le están pagando lo acordado?
—Es ese aspecto y hasta el momento no hay ningún inconveniente, ahora lo que quiero es rescindir el contrato, que me finiquiten y desligarme por completo. Yo tenía un proyecto muy bueno para Guinea Ecuatorial. El deseo era salir campeones en la Copa de África 2012 que organizan conjuntamente con Gabón, pero todo ha quedado truncado por esta enfermedad. Así es la vida.
—Pero el Lobo Diarte no se rinde, ¿no es así?
—No, no me rindo bajo ningún concepto, yo sé de la dificultad que tiene esta enfermedad, pero llevo sangre guaraní y eso me hace fuerte. El rival es bastante desconocido y eso complica más las cosas, pero mis antepasados fueron grandes guerreros, yo también soy un guerrero, aquí estoy para pelear.
—¿Miedo?
—No tengo miedo, yo creo que el miedo lo perdí cuando tenía tres años y mi padre me dio un bofetón bien fuerte.
—Con tanto tiempo que lleva lejos de su familia, ¿tanto le ha influido en el carácter?
—Yo viví en una familia con una madre muy rigurosa que nos incitaba a estudiar y a trabajar. En aquella época Paraguay era un país en plena construcción después de mucho tiempo de guerras y revoluciones. Nosotros crecimos ya con un traje especial para defendernos de cualquier adversario. Fíjate que con 16 añitos ya estaba en primera división y con 19 me vine a jugar a Zaragoza.
—Por cierto, ¿recuerda cómo fue su fichaje por el Valencia? Digamos que entonces era un crack.
—Me acuerdo cuando vine en el 76, hablé con el señor Ramos Costa y el señor Gomar en Zaragoza. Yo tenía ofertas del Madrid y del Barça, pero llegamos a un acuerdo y vine al Valencia.
—¿Por qué?
—Porque el Valencia apareció más frecuentemente por allí, puso mucho más interés, así que no me lo pensé.
—¿Es verdad que Carlos Diarte y Johan Cruyff eran aquel año las dos grandes estrellas del mercado?
—Sí, pagaron 65 millones por mi, casi el doble que por Kempes. En aquella época era una barbaridad. Para mi fue un orgullo.
—Estaba tratando de imaginar cuánto se pagaría hoy por un delantero como Diarte...
—No lo sé, pero seguramente mucho, mira lo que se pagaría por Drogba o por Llorente, que serían el equivalente de ahora.
—Y ahora, en un momento tan difícil, ¿quien ha sido un ídolo de tanta gente nota algún tipo de apoyo especial?
—Bueno, yo no sé si mucha gente sabe lo que tengo, pero no ha habido nadie más que los amigos. Nadie más ha aparecido para intentar darte ese apoyo necesario para seguir adelante, ninguna de las instituciones donde he estado, ni el Salamanca, ni el Betis, ni el Zaragoza y lo voy a decir, tampoco el Valencia se ha acercado a mi para nada. Yo soy más de apoyar a la gente cuando lo necesita, no de prenderle velitas después.
—Se va a molestar mucha gente por eso que comenta.
—Esto no puede molestarle a nadie, la verdad es así.
—Es, con toda su crudeza, lo que se entiende por el día después del fútbol, de ser un ídolo, un tío popular, que sale en todas partes, a ser una persona como cualquier otra, lo que pasa es que a estas alturas ya no le sorprenderá.
—Quizá la gente de a pie te apoya mucho más, hay personas que me han llamado, mayores y jóvenes, me refiero a las instituciones, que en teoría tendrían que ir por delante. Yo realmente tampoco necesito mucho más. Lo llevo muy bien dentro del rigor, sobre todo tengo el temple de mi familia.
—¿Económicamente?
—Bien, la vida me ha tratado bien gracias a Dios, de momento. No sé si mañana tendré que trabajar, pero si me quedan fuerzas lo haré porque entrenar es mi vida. Tengo a mis hijos crecidos, están bien, están estudiando, y eso es una victoria para mi, mi estandarte.
—Y ahora que nombra a sus hijos, ¿ninguno va a ser el continuador de la estirpe del Lobo Diarte?
—Siempre he tenido fe en mis dos hijos, pero tengo la sensación de que siempre hay algún inconveniente con el apellido Diarte, serán manías de la edad.
—¿Inconveniente?
—Pues sí, siempre hay algún handicap, estoy convencido de que si hubiesen llevado el apellido de la madre los dos estarían jugando. El pequeño con 19 años es un jugador soberbio, si él quiere en primer lugar y se le da un poco de libertad creo que puede llegar. Estoy hablando con él para ayudarle en todo lo que pueda, intentar que estudie y que juegue. A ver si tiene esa suerte y sobre todo esa mentalidad ganadora que tiene su padre.
—Pues le deseo mucha suerte en este partido, pero si en su época no había defensa que pudiera con Diarte, este enemigo no sabe dónde se ha metido.
—Gracias. Yo pienso que lo que no hay que perder jamás es el humor. Fíjate, me pasé media vida peleando con las defensas y ahora lo que más necesito para vivir es precisamente tener muchas y muy buenas defensas. La vida...