"Es una locura que Emery pase un examen cada partido"
Kempes charló con SUPER sobre las sensaciones vividas en el homenaje que le brindó el club y la afición, y para analizar la actualidad del equipo.
P. CALABUIG
—Mario Kempes se vuelve para casa con un homenaje que dejó huella en Mestalla.
—La verdad es que fue algo muy agradable, muy divertido… Poder disfrutar del partido contra el Espanyol, sobre todo con la afición, siempre tan calurosa. La bienvenida que me dieron nunca la olvidaré. Me vuelvo muy contento… Fue algo inesperado, me dijeron que era una sorpresa, aunque se terminó cuando salió en la página web del Valencia y en los diarios. No fue tan sorpresa, pero sí muy linda. Lo de dejar los pies en un molde no lo sabía y también me gustó.
—¿Qué sintió con 40.000 personas aplaudiéndole de pie en el estadio? O con la multitud que le acompañó al estadio desde la Asociación de Futbolistas…
—Muchísima satisfacción. Después de tanto tiempo que hace que dejé de vestir la camiseta, que la sigo sintiendo, es formidable que la gente mantenga ese gran cariño. Si vine para un homenaje el motivo está en haber llevado con honor la camiseta del Valencia, pero también en la persona. Lo del campo me emocionó, no me imaginaba que los jugadores iban a intervenir, imaginé que estarían calentando, pensando en el partido, y se pusieron para recibirme… Un gran honor.
—Me cuentan que el reencuentro con los compañeros de su tiempo le llegó al corazón.
—Estar de vuelta con los compañeros, con los que uno jugó o con los que ha compartido… No tiene precio cuando se juntan los amigos y podemos recordar los viejos tiempos en el Valencia.
—Felman, Arias, Sempere… Todos coinciden en una frase: «El grandote fue el más grande».
—Kempes se hizo grande gracias a los compañeros que tenía al lado. Uno solo puede ganar un partido de casualidad, pero si no existe el compañerismo no se llega lejos. Nosotros eramos un buen grupo, donde nadie se creía mejor que el otro y cada uno aportaba todo lo que tenía. Por ejemplo, nombraste a Sempere. Él era joven, cuando subió era el tercer arquero. Siempre me quedaba con José después de los entrenamientos a patear penales, tiros libres, cada uno ponía su granito de arena. Después llegó a ser el meta titular. No había figuras por encima del equipo, ni suplentes, ni siquiera el que llevaba el brazalete era más que los otros. La clave de nuestros éxitos fue que eramos un muy buen grupo.
—¿Cómo era Kempes dentro del vestuario?
—No era un tipo hablador, pero la pasábamos bien. Recuerdo los momentos antes de los partidos en los calentamientos y nos poníamos a hacer un partidito de fútbol tenis abajo en los vestuarios. Cada uno empezaba a meterse en su partido.
—Entonces, ¿no era de los bromistas con los más jóvenes?
—No, para nada les puteaba, si yo era uno de los más jóvenes. Después de Ricardo (Arias), creo que era yo el más joven. Así y todo, cada vez que subía un chico del Mestallita siempre lo incorporábamos para que no sintiera ese paso… No se hacían bromas demasiado pesadas, no se trataba de darles bienvenidas de mal gusto, que para reírte vos a lo mejor le podía sentar mal al muchacho. Eramos una familia bien avenida.
—Una familia que conquistó títulos: Copa 79´, Recopa 80´ y Supercopa 80´. ¿Con cuál se queda?
—Los tengo todos guardados en la memoria y el corazón. Por supuesto, la Copa de la Senyera. Logramos un equipo competitivo en el Valencia, lo que pasa es nunca llegamos a creernos que en la Liga podíamos haber hecho más. No lo creíamos, teníamos muchos altibajos. En cambio, en la Copa y la Recopa, no. Lo que le falló a aquel Valencia fue regularidad la Liga.
—Quizás, por esa falta de regularidad en la Liga, ¿podría decirse que eran un poco como el VCF de hoy?
—No, muy diferente…
—Las distancias con Madrid y Barcelona eran menores.
—No, no… Había distancia con ellos, siempre la ha habido. Esto siempre ha sido Barcelona, Madrid y luego, el resto. Lo que pasa es que ese pelotón era más competitivo. Aunque esta temporada ha arrancado más competida, por ahora… El Madrid se ha escapado y me extraña que el Barcelona esté tan abajo o que haya equipos que se pensaba que no iban a estar arriba. El Levante, que con muy poquito se ha prendido a lo alto haciendo las cosas de maravilla. Nadie lo imaginaba. Y aparece el Valencia, a pesar de que le ataca la gente, sigue en la pelea… El Atlético es irregular, mejor en Europa. Luego, un Sevilla con altibajos. Ya te digo, por ahora la Liga parece pareja, pero quién sabe, en un momento agarran estos dos, se despegan de verdad y otra vez queda esa otra liga de la que el Valencia es campeón.
—Entonces, ¿ve imposible lo de dar un paso más?
—Dar pelea sí, pero optar al campeonato, no. No sé hasta que punto podría pelear, tiene jugadores y buen equipo, pero de lo que se tiene que preocupar el Valencia es de estar siempre en esa primera posición de la ´otra liga´ para estar cada año ganando prestigio en la Champions.
—Habla del Valencia actual como de un «muy buen equipo», ¿usted se ve reflejado en algún jugador?
—No hay que buscar una identificación personal, sino al conjunto. A uno le preguntan mucho cuál se parece a vos, no lo hay. Todos son jugadores diferentes. Prefiero fijarme en el equipo. Creo que, hoy por hoy, Emery está demostrando que es muy buen técnico, con lo poquito que le dejaron y lo que han fichado ha conformado un equipo competitivo, ahí están los resultados. Empató con el Barça, por muy poco no lo hizo con el Madrid, compitió por pasar hasta el último partido del grupo en la Champions… Va por buen camino.
—Roberto Soldado, al que ya se le empieza a bautizar como el nuevo ´Matador´, le ha superado en goles marcados en un año natural. Lleva 29 por los 28 que hizo usted en 1977, como Villa y Badenes.
—Me parece muy bien, a mí siempre me superan, pero al final se van o los venden y no terminan de romper los récords. A mí eso no me molesta, al contrario beneficia al Valencia. Roberto está pasando por un momento fenomenal.
—Y Tino Costa, ¿el penalti ante el Espanyol lo lanzó tan parecido a como lo hacía Kempes?
—Sí, pero entró muy al medio. Yo le pegaba más escorado a la izquierda, así y todo es como se patean los penales. Siempre me ha gustado patearla bien fuerte, si es posible apuntar a la cabeza del arquero porque siempre se mueve.
—Pero así pueden irse al cielo…
—No hay riesgo, desde la cabeza del arquero todavía queda medio metro de arco (ríe). No, si vos la pegas bien fuerte, abajo o a media altura, que es mejor, porque es más difícil que el arquero se tire a media altura, van para adentro.
—Nombró a Unai Emery, para él fue su último abrazo el sábado.
—No he estado ni hablado mucho con él, sólo en la última final de la Copa del Rey, ahí sí charlamos un rato largo. Unai es una persona que estudia mucho el fútbol, trabaja cada partido, lo siente, lo vive… Y claro, el que esté pasando exámenes todos los partidos me parece una locura. Hay que tener un poco de tranquilidad. Acá los periodistas saben que le han dejado muy poquito y, sin embargo, están luchando entre los mejores. Si pensas que a un equipo como el Madrid este año les sacan a Cristiano, Benzema, Higuaín, Özil o Kaká a ver dónde estaría. En cambio, después de venderse a tantas figuras, Emery ha sabido mantener el fuego que deben tener los jugadores para estar en la lucha.
—En sus tiempos, ¿los exámenes al equipo también fueron constantes o se vivía más tranquilo?
—Antes más, cada día (rísas). La gente siempre fue exigente, ha sabido mucho más que técnicos y jugadores, que los profesionales, eso la hace una afición complicada, pero luego siempre están ahí, apoyan, van al campo, tienen esos dos lados. Pero cuando uno más lo necesita es cuando las cosas no salen. Por supuesto, hay que contentarles. Contra el Madrid vi unas declaraciones de Unai, «el que no esté capacitado para este partido que se quede en casa». Pues el Valencia se quedó 74 minutos en casa, después se acordaron de que tenían partido, fueron a jugar y en 16 minutos casi lo empatan… Esos lapsus no pueden permitirse.